12 de Marzo
De los cinco grandes centros del poder la mujer siempre estuvo ausente. Ni estaba ni se la esperaba, porque tenía la puerta franqueada.
El
poder religioso. Si en nuestro mundo genérico la mujer
comparte poder con el varón, en el mundo católico nada hay que hacer. Ya no hablamos
de Mamas, cardenalas, obispas y ni siquiera sacerdotisas, sino que las monjas,
muchas de ellas con grandes valores para la sociedad, son como las mujeres de
la limpieza, devotas como ellas solas, obedientes a la autoridad como la que
más, autoridad impuesta por la Iglesia, mayoritariamente varones, sin
cuestionarse el poder, convencidas de que todo está bien, porque Dios lo
quiere, levantando el corazón a Dios pidiéndole por la paz, porque desaparezca
el hambre en el mundo, muchas de ellas cuidando enfermos y ancianos, etc. Pero
sin cuestionar la jerarquía establecida, porque sería cuestionar a Dios y al
Espíritu Santo. Actualmente siguen igual.
El
poder militar. Jamás hemos tenido algo que ver con el
ejército, solo un papel en la retaguardia durante conflictos bélicos,
preocupándose de la ropa, de la comida, de las heridas, etc. Pero existir
generalas, coronelas, capitanas….no nunca. La fisiología femenina y la fuerza
débil, nunca cuestionadas, eran barreras infranqueables.
Actualmente, en los ejércitos, están entrando en escalones inferiores, incluso adoptando ciertos mandos de responsabilidad. Confiamos que demostrar nuestra valía, en tiempos en los que es la tecnología, y no la fuerza muscular, es la que sostiene y alimenta a los ejércitos.
Actualmente, en los ejércitos, están entrando en escalones inferiores, incluso adoptando ciertos mandos de responsabilidad. Confiamos que demostrar nuestra valía, en tiempos en los que es la tecnología, y no la fuerza muscular, es la que sostiene y alimenta a los ejércitos.
El
poder intelectual. Hubo tiempos que solo éramos las
limpiadoras de los Centros de Enseñanza, relegándonos mayormente al cuidado de
nuestros hijos y del hogar. La Universidad y los Centros de Investigación se
han abierto a la competitividad, porque el cerebro nada tiene que ver con la
fisiología. Es donde estamos compitiendo, en buena lid, y ganando muchas
batallas. Rectoras, Doctoras y Catedráticas, cada vez más.
El
poder político, que siempre ha estado en manos
masculinas, sólo por deferencia o por cuotas o por discriminación positiva o
por paridad estamos presentes. Muchas de nosotras demostrando no ser peor que
los varones o tan buenos o mejores que ellos. Pero los corsés de los partidos
obstaculizan el poder mostrar sus valías personales.
El
poder económico. Casi siempre hemos sido las únicas
administradoras del salario que el varón, con su trabajo fuera de la casa,
aportaba a la familia. Pero una cosa es administrar el dinero propio y otra
participar e intervenir, tomar decisiones con dinero ajeno. Directoras de
sucursales, gestoras de entidades públicas o privadas, etc. En los Centros de
Poder económico, la desproporción varón-mujer es manifiesta, pero actualmente
esto también está cambiando.
Nuestra lucha ante la
igualdad de oportunidades sigue siendo palpable. Aún nos fijamos en la
dificultad que tenemos para llegar al poder que el hombre siempre ha tenido con
mayor facilidad.
Esperamos y deseamos
que el sexo de las personas no intervenga en el acceso a los poderes. El sexo
es una característica humana y no una ventaja o desventaja.
Todos nacemos sexuados, varones o mujeres, pero no nacemos merecedores de algo. Los “méritos” hay que “merecerlos” y para merecerlos hay que “ganarlos”.
Todos nacemos sexuados, varones o mujeres, pero no nacemos merecedores de algo. Los “méritos” hay que “merecerlos” y para merecerlos hay que “ganarlos”.
Por todos ellos
seguiremos luchando:
·
Trabajando por la eliminación de
barreras a la participación de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad
luchando contra la discriminación y la segregación en el mercado laboral,
contra el empleo precario y el trabajo a tiempo parcial involuntario.
·
Abogando por la implicación de los
hombres en la defensa de la igualdad, porque
el superar las desigualdades y discriminaciones en una sociedad avanzada
es tarea de todos y beneficia a la propia sociedad y a la calidad de su
democracia.
·
Apostando por la igualdad de
oportunidades y de trato en el acceso al mercado laboral y la mejora de la
representación de las mujeres en los puestos de responsabilidad.
·
Promoviendo un cambio en las relaciones
de género para conseguir un equilibrio más justo, dada la importancia de la
intervención de todos los actores sociales a la hora de promocionar y extender
una racionalización de horarios que impulse la conciliación entre vida
personal, laboral y familiar que no debe considerarse sólo como una defensa de
la mujer, sino una apuesta por una sociedad más equilibrada y más justa.
·
Defendiendo que las mujeres adultas, en
plenitud de derechos y obligaciones para tomar decisiones sobre su maternidad,
no deben ser penalizadas por interrumpir su embarazo en un plazo consensuado,
ni perseguido quien ayude a hacerlo en condiciones sanitarias adecuada.
Realizador por:
Mª Rosa Villar |
Cristina Morales |
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